El monólogo es la manifestación mínima narrativa en el teatro. Un solo intérprete y un escenario como unidad atómica para contarte una historia. Es sorprendente, porque el espectáculo se conecta contigo desde un lugar diferente, más íntimo y personal. Representa un desafío tanto para el público como para el actor.
Este tipo de propuestas pueden resultar difíciles de aceptar, pero si están bien ejecutadas, te mantienen pegado a la butaca durante toda la función.
"Prima Facie" es el ejemplo perfecto de alquimia escénica, de empatía entre el escenario y el patio de butacas. Gracias a una historia personal y universal que atrapa, Vicky Luengo domina la sala verde de Teatros de Canal desde el momento en que entra en escena hasta el oscuro final. Lágrimas, silencios, aplausos, vítores; nunca había estado en una representación donde la respuesta del público fuera tan unánime.
Luengo no solo sobresale como personaje, sino también como narradora, lo cual es muy interesante, ya que no solo tiene la voz de Tess, sino también la de los demás personajes de Prima Facie, aunque no está sola. Es respaldada por una magnífica escenografía con iluminación integrada y una vibrante música electrónica de Luis Miguel Cobo. El director, Juan Carlos Fisher, te sumerge por completo en un juicio en el que aparece una mantis, una letrada sin escrúpulos. Aquí es donde todo comienza...
Tess Ensler, abogada defensora, se encuentra en la cima de su carrera. Es una mujer fuerte, de carácter, con éxito y aspiraciones ilimitadas, que ha salido adelante desde un origen humilde. Sin lugar a dudas, es la mejor en lo que hace, siempre llega primera a la meta, como la purasangre que es, y pronto será fichada por un bufete de prestigio.
Día tras día, se enfunda la toga para representar a hombres acusados de agresiones sexuales, teniendo que someter ante un jurado a toda una serie de mujeres que denuncian sus derechos y libertades. Ella conoce a la perfección el sistema legal británico y sabe cómo hacerlo funcionar para tener éxito en cada caso. Ama su trabajo y se siente poderosa.
Un fatídico día, se convierte en víctima de una agresión por parte de un compañero de trabajo, lo que dará un giro completo a su vida. De repente, el tiempo se detiene y nada volverá a ser como antes.
Después de muchas dudas y enfrentarse a sus propios miedos, decide denunciar. A través de un interesante uso de flashbacks, se nos relatará todo el proceso que llevó a Tess por primera vez a los tribunales, pero no como abogada, sino como víctima. El director juega con dos líneas temporales paralelas (¿No es todo muy complejo para una actriz sola en el escenario? La respuesta es no).
Luengo tiene un arco de evolución de personaje magnifico porque acaba convirtiéndose justo en lo que ella atacaba, viéndose por primeva vez desde el otro lado de la mesa. Siendo interrogada y humillada ante un jurado.
Al final su trabajo y su futuro no son lo realmente importante, si no poder alzar la voz, pedir ayudar para que el sistema cambie, sin machismos, prejuicios o patriarcados.
Después de todo esto, sabemos que Vicky Luengo sobre el escenario es capaz de hacer cualquier cosa y llegar muy lejos, llevando a su personaje al límite con cada gesto, con cada palabra.
El final es catártico, interpela al espectador, tratándolo de tú a tú, donde Tess es la víctima y nosotros el jurado. Señalándonos con el dedo. Funciona a nivel narrativo y a nivel de denuncia social. ¿Qué está dispuesto a hacer su público al salir de Teatros del Canal? ¿Cambiará la sociedad? ¿Ayudaremos a crear un mundo mejor?
Simplemente maravilloso.
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