Megalodón 2: La fosa (2023) de Ben Wheatley

 


Ese perro está en modo Dios.

Tras los acontecimientos de la primera parte, que se resumen en cinco frases y muchos "como la otra vez", nuestro equipo de aventureros encabezado (je) por el calvo mazado y ecologista a tiempo parcial favorito del público, Jason Statham, vuelve a internarse en la mar infestada de escualos jurásicos, pero (cuidadito) ahora tendrá que vérselas con nada menos que ¡TRES! bichos de esos más alguna sorpresilla más, incluido un mercenario de procedencia latina desconocida, aunque estoy 100% seguro es que aprobó al Salir de Clase (Sergio Peris-Mencheta). Es decir, lo que viene siendo la otra película pero como debe de ser una buena secuela, ofreciendo lo mismo pero multiplicado hasta el delirio.

Retomamos de manera momentánea desde varios años sin actividad en el tráfico (contrabando si eres feijoo) de esta página porque este verano tan loco a nivel cinematográfico que estamos teniendo lo merece. 

Vaya que sí.

Es cierto que tanto Barbie (2023 de Greta Gerwig) como Oppenheimer (2023 de Christopher Nolan) son muy tentadoras de criticar por ser las piedras angulares que han definido esta época estival - además de reformular lo que entendíamos como marketing cinematográfico a día de hoy con el celebérrimo #Barbienheimer que tan poco ha gustado en tierras niponas -, pero seamos sinceros: no hay verano si no hay película de tiburón y Meg 2: La fosa es ESA PELÍCULA. 

Además que la de Nolan no la he visto, así que a joderse.

Statham midiéndole el morro al MEG con la pierna
 es lo menos flipado de la cinta, os lo aseguro.

Tras las intentonas de productos y subproductos que cada verano copaban la cartelera, y que ojo, funcionar no funcionaban mal a nivel de taquilla, como la reciente Demonio Negro (The Black Demon, 2023 de Adrian Grunberg) , pero digamos que desde la sobresaliente Infierno Azul (The Shallows, 2016 de Jaume Collet-Serra) no teníamos una película de escualos que nos hiciese dejarnos con miedo a meternos al agua, incluso la anterior Megalodón (The Meg, 2018 de Jon Turteltaub) pese a ser divertida quedaba lastrada por una calificación rebajada para llegar al máximo público (China) posible y aun siendo el mismo caso de su segunda parte, diré sin rubor que no solo mejora lo visto hace cinco años, sino que lo supera con creces. ¿Si te dará miedo meterte al mar luego? Cielos, ni de coña, pero vaya si irás con una sonrisa mar adentro aunque te piquen en el culo toda medusa del Mediterráneo.

Lo mejor de MEG 2 , y donde pecan películas como el año pasado Jurassic World: Dominion (2022 de Colin Trevorrow) es que sabe lo qué es a la perfección. Desde el minuto uno entiende qué debe y no debe de hacer para que, después de una primera mitad más orientada a exponer  ̶l̶o̶s̶ ̶c̶l̶i̶c̶h̶é̶s̶  la trama, se zambulla literalmente en una fosa llena de monstruos sedientos carne humana mientras la la trama avanza subida al carro del terrorismo industrial de patio de recreo, el drama made in China y la eco denuncia (leve, que esto no es una película de James Cameron) que nos va preparando el ánimo para su magistral tercer acto donde todo explota por los aires en una fiesta en la Isla Diversión (!) donde todos están invitados al buffet.

¡Estoy seguro de que Piquer Simón estaría sonriendo al ver esta película! Y que Corman la ha ido a ver, vamos, ninguna duda.

En el apartado negativo es cierto que la trama no deja de ser una repetición del esquema de la primera, como si hubiesen decidido hacer una ¿recuela? ¿reboot? ¿remake? ¿sumadreenbicicleta? No sé, la cuestión es que tampoco es demasiado molesto ya cuando se pone en materia el asunto, sin embargo fastidia un poco ver (con neones) quiénes del equipo son los camisas rojas los cuales no tienen más allá de la muerte absurda/sacrificio/muerte triste y un momento de lloro por parte de los protagonistas que al segundo se pasa como si nada.

Dirige la cinta un Ben Wheatley el cual se lo debió de pasar muy bien tras la cámara y a quien le adivino un espíritu juguetón que no veía tras Fuego Cruzado (Free Fire, 2016), esa oda a la desmesura, y se le recupera tras el resbalón del remake de Rebeca (2020) también llamado en los mentideros como Kaiser Sosez. Con Statham, más comedido pero incluso comedido es pura fuerza de la naturaleza, se unen Wu Jing quien hace la contraparte china, esto es, a veces llora mucho otras hace mucho el payaso pero le sigue el rimo en molonidad, y Sergio Peris-Mencheta quien tiene otro antagonista memorable para su historial tras su paso por la saga Rambo en su quinta entrega (2019 de Adrian Grunberg) y que aquí es lo que se espera de él: festival de la desmesura. El resto del reparto está ahí, cumple, algunos palman y gracias, aunque bien es cierto que se echan en falta a Ruby Rose y a Bingbing Li quienes por obra y milagros del guion no salen en esta entrega. Una pena.

En resumidas cuentas, una fantabulosa vuelta al universo de monstruos gigantes, una vuelta al despiporre que al menos para el que escribe necesitaba para sentir nuevamente la sangre correr por las venas. Puro y duro espectáculo que lejos de ser perfecto mantiene la cabeza bien alta como el blockbuster que necesitamos para pasar estos calores veraniegos.

Comentarios

  1. Muy buena crítica/opinión y, lo mejor, muy bien desarrollada con ejemplos específicos que siempre son de agradecer.

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