Warner posee un universo de superhéroes con una historia aún más extensa que la de Marvel Comics. Sin embargo, como estudio, no ha logrado encontrar consistencia en su ecosistema cinematográfico, cimentado en Batman, Superman y Wonder Woman. Este fracaso para dar con la fórmula del éxito llevó a la contratación de Peter Safran y James Gunn, encargados de poner orden en el caos del universo DC y reiniciar todas las franquicias. La primera piedra de toque fue la interesante Creature Commandos, y ahora llega a la gran pantalla Superman.
En este nuevo comienzo, el propio CEO de DC se coloca tras la cámara como director, decidido a ir al grano e introducir al espectador en un universo lleno de personajes y situaciones in media res. Este enfoque puede complicar la experiencia para algunos espectadores, aunque también puede estimular la curiosidad de otros. El estilo de la cinta difiere radicalmente de lo visto hasta ahora con el Hombre de Acero. Se nos presenta un mundo de ciencia ficción donde el día a día en Metrópolis incluye avistamientos de kaijus gigantes, robots que surcan los cielos, extraterrestres y vigilantes como Superman. Así, se aleja del tono y estética de las películas de Nolan y Snyder.
La puesta en escena, el género y el tono adoptan códigos más camp, con claras referencias a la Silver Age del cómic y una banda sonora que homenajea la música de John Williams, combinada con bandas de punk rock. Kal-El se enfunda una vez más el traje para enfrentarse a Lex Luthor, su némesis perfecta, construyendo paralelismos interesantes entre ambos personajes.
Por otra parte, el actor de mayor caché —con perdón de Bradley Cooper— es Nicholas Hoult, quien viene de participar en Nosferatu y Jurado número 2. Es un actor joven que interpreta a la némesis de Superman desde la perspectiva de un magnate rico, al estilo Elon Musk, pero con la intensidad emocional de un adolescente que vive cada momento al máximo, tanto los éxitos como las rabietas. No hace un mal trabajo, pero la propuesta no le permite brillar del todo.
El guion, aunque no alcanza la excelencia, contiene líneas de diálogo potentes y referencias a temas como la Franja de Gaza, Trump o el ruido mediático de las redes sociales. David Corenswet ha nacido para interpretar este papel en una versión de Superman más joven que la de Henry Cavill, con una clara intención de conectar con los demás y explorar su humanidad. Tal vez el punto más valiente del filme sea su apuesta por mostrar la bondad pura del boy scout que representa Superman, en tiempos cada vez más cínicos como los actuales.
Con esta primera película, Gunn pone los cimientos para reconstruir un universo que parecía en declive, posicionando a los personajes de DC en el mapa pop contemporáneo.
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