El banquete de La Ferviente Compañía

La historia, el relato, la fábula... El ser humano siempre ha tenido hambre de conocimiento.

El saber es aromático y delicioso, pero transmitirlo de manera adecuada es toda una responsabilidad. No es fácil deleitar al respetable público, contar los hechos tal y como fueron, ser minucioso, crear empatía con los personajes y hacer que el público se olvide de la realidad y se sumerja en un mundo inventado.

En este caso, la palabra nos transporta a la Atenas de Apolodoro, nuestro torturado narrador. Él es un historiador y mitómano enamorado de Sócrates, quien intenta, sin éxito, relatar unos hechos muy relevantes para él antes de que se le olviden. ¡Ah, la memoria! Su objetivo es convertir esta historia en inmortal. Estos eventos son los que alimentan la adaptación de Tony Galán, pero ¿cuáles son exactamente?

La respuesta es el famoso "Banquete platónico", una cena en la que Sócrates y sus amigos comparten una velada completa con buena comida, delicioso vino y grandes discursos sobre temas universales. Nuestro protagonista utilizará todo su talento para llevar a cabo esta tarea y para ello cuenta con un reparto comprometido que dará lo mejor de sí en la representación que busca. Sin embargo, no es una tarea fácil, ya que contar una historia requiere de una voz adecuada, un tono y una emoción apropiados, así como la habilidad de dirigir al público y mantener su atención durante los noventa minutos de la representación. 

El Banquete vuelve a los escenarios de la mano de Adrián Pulido y La Ferviente Compañía en la sala Nave73 en Madrid. Esta obra es una oportunidad para experimentar la reinvención de los clásicos, el respeto por la herencia cultural, los placeres la vida y las relaciones humanas.

La obra es ingeniosa en la forma en que utiliza citas ilustres para entrelazar sus diálogos, combinando verso y prosa, realidad y referencias a la cultura popular, todo dentro de un universo de metateatro donde todo es posible. A pesar de esto, nunca pierde de vista a su audiencia, manteniendo una conexión directa con ellos. Un valor agregado es su capacidad para entretener con humor e irreverencia.

Al representarse en una sala como Nave73, la obra juega mucho con la interacción directa con el público. Los personajes transitan espacios y tiempos, hablan directamente al espectador y lo involucran tanto de manera metafórica como literal. Solo unos pocos afortunados tienen el privilegio de sentarse en el banquete, disfrutando de ricos brebajes y aperitivos mientras experimentan la obra de cerca, desempeñando un papel activo que provoca risas tanto de los actores como del público y ellos mismos.

El elenco, compuesto por Carmen Adrados, Tony Galán, Leyre Morlán, Carolina Neka, Reyes García y Eneko Larrazabal, crea un juego divino y rompedor donde todo es nuevo pero reconocible. Los diálogos son ingeniosos, el humor está presente en cada escena y el surrealismo nos conecta con la realidad de ese comedor diseñado por el escenógrafo Pablo Chaves, quien juega con el uso del color rojo para generar una sensación visceral y moderna.

En la actualidad, todos dejamos una huella digital gracias a internet. Es muy poderoso poner en valor el legado de figuras tan relevantes en la historia, que sin necesidad de selfies, han conseguido trascender y llegar al siglo XXI. Esta reinterpretación del clásico es una muestra de cómo la modernidad y el buen gusto pueden vestirse de clásicos. No te puedes perder esta obra que invita al festejo. Sólo tienes que sentarte en tu asiento y que comience el festín. Ñam.