La extravagancia

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La verdad es que para mí el acto de leer es un momento placentero y deliberado como una escapada romántica. Tengo que planificarlo, gestionar mi tiempo y ejecutarlo durante un fin de semana. Cuando te haces mayor, la vida se complica hasta acabar supeditado a compromisos familiares, trabajos fuera de horario y citas al médico. Por eso, colocar un libro entre mis manos durante toda una tarde suele antojarse una tarea complicada. Cada vez me limito más a atracones concretos en vez del hábito de lectura diario, lo que me hace ser muy selectivo. A pesar de ello, a veces no hay suerte pero otras, como en este caso, son un éxito y por eso quiero compartirlo con vosotros. Así soy de buen tío.



La novela en cuestión es La extravagancia, la última obra del escritor Francisco Daniel Medina que nos presenta un ejercicio metaliterario para románticos de la letra impresa entre los que me incluyo. Un tal Alejandro Heintzman será el encargado de presentarnos a Ana Couteau y Leo Romance, los creadores de la ficticia corriente literaria que ahora está tan de moda: El extravagantismo. Tras su suicidio y motivado por todo lo que se esta hablando de ellos sin conocimiento de causa, Alejandro decide publicar una particular biografía sobre sus amigos. Como en la mayoría de los casos es difícil establecer un marco en que cual ubicar qué autores, características y qué fórmulas son las que te adscriben a formar parte de dicha tendencia. En cierta manera, aquí se satiriza sobre lo absurdo a veces de estas corrientes y cómo los medios son los que marcan las tendencias más que los propios autores, los cuales no tienen una conciencia global de su propia carrera. Ana y Leo son vivo ejemplo de ello. Ni siquiera saben lo que provocan, ellos escriben desde el corazón sin pensar en marcas o estilos e incluso el lector.



Mediante entrevistas en prensa, recortes, mails y extractos de sus novelas se nos va ofreciendo una descripción más detallada de la historia que motiva a estos dos jóvenes a encerrarse en un ático y dedicarse por entero al arte de la literatura. 
La novela se dedica a la descripción minuciosa de Leo y Ana donde combinan  el esperpento, la cultura indie y lo naïf. En la contraportada se añade de forma acertada la influencia cinematográfica de la Nouvelle Vague, algo que tiene mucho sentido más allá de la cinefilia del relato; ya sea por la libertad que encontramos capítulo tras capítulo, la frescura en los diálogos y situaciones, las elipsis o las referencias culturales. Aquí no importa tanto la historia como transmitir que sienten sus protagonistas ante el mundo que les rodea. Ese agobio de no encontrar su sitio en el mundo, no ser comprendidos por la sociedad y tener que buscar trabajos que no reflejan quienes son. Algo que también hacían los primeros Gordard y compañía.


Por lo tanto, La extravagancia es un canto de amor a la literatura como gozo, deber y vía de escape. Además de retratar la dicotomía de todos los que se dedican a la creación; una lucha constante entre el mundo real y el mundo de sus ficciones. Y como usas la una en favor de la otra en determinado momento, cuando una te decepciona cambias a la otra y viceversa. Vivir dos vidas y hasta que punto eres tus personajes.


Por eso, considero un tiempo bien empleado con La extravagancia. Un tiempo difícil de encontrar pero que cuando estás en plena lectura entras en un estado de felicidad que solo te da la literatura o una escapada romántica el fin de semana.





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