Caos Coppola
Cuatro décadas (supuestamente) le ha costado al maestro responsable de El Padrino llevar a cabo su filme más personal y ambicioso. Finalmente, tras la venta de uno de sus ranchos, un rodaje accidentado por demás, una campaña de marketing no del todo fructífera y unas acusaciones que, ¿por qué no? vamos a decirlo, llegaron en el momento justo para intentar hundirle, la película ya está aquí.
Tras años desaparecido de la vida hollywoodiense y con unos
últimos títulos de dudosa calidad, que incluso carecieron de distribución en
muchos países, parecía que el maestro iba a reencontrarse por fin con su mejor
versión, tal vez y siendo realistas en su última oportunidad, el tiempo de
descuento. No es que a estas alturas Coppola tenga que demostrar nada a nadie,
ya lo hizo y será imperecedero, pero quería contarnos, bajo cualquier propósito,
esta distopía urbana. Un intento de peplum modernizado que se queda a medio
camino (en muchos incluso ni siquiera despega) de casi todo lo que quiere
narrar, incluyendo el supuesto mensaje que además quiere enviar. Mensaje, por
otro lado, perezoso y manido, sobre el mundo actual, el capitalismo, la
sociedad y su egoísmo, bla, bla bla… pero eso es otra cuestión.
Acompañado de una voz en off que va narrando pretenciosos textos, el filme se pierde en su propia importancia y no sabe que ni como contarlo. Se extravía con tanto personaje (un elenco de lujo eso sí) y termina abrumando su epicidad forzada. La sátira se queda en un intento de la misma, y sus pomposos diálogos no ayudan en nada a que, llegados al ecuador del metraje, la película al completo se convierta en un disparate soez. Una sucesión de secuencias que parecen inconexas unas con las otras hasta un desenlace que, adivinen, tampoco está a la altura. Tan solo tal vez visualmente llama la atención, con un barroco futurista y medio steampunk que si se me antojó atractivo.
En resumidas cuentas, no disfruté nada la película, pero menos
he disfrutado tener que escribir estas líneas sobre una película del maestro.
Tal vez, la última para la que se ponga tras la cámara.
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