Juana de Arco de Sergio Martínez Vila y Marta Pazos


La figura de Juana de Arco es el paradigma de la feminidad, la lucha y la identidad. Temas que siguen siendo de vital relevancia en este siglo. Es una nueva era para recurrir al personaje y enfrentar a un público que ya conoce su relato y sus grandes gestas, pero que nunca las ha experimentado como en la obra de Sergio Martínez Vila y Marta Pazos.

El escenario para su estreno es la Nave 10 Matadero, que quiere ser un nuevo escaparate de espectáculos de gran calado, sin rehuir el experimento ni la investigación. Un rebranding para la sala Max Aub.

La obra busca, mediante la performance, a una doncella de Orleans que evoluciona y transmuta en una figura que traspasa el tejido del tiempo, representando un icono de feminidad y libertad. Juana quiere libertad, ser lo que quiera ser, hacer la guerra o vestirse como un caballero. Mientras sus éxitos bélicos se suceden, sus apoyos le otorgan un estatus de privilegios. Cuando no, todos se volverán contra ella con todos los prejuicios del hombre y su Santa Iglesia. Esa cruzada vital, a ritmo de música electrónica, danza contemporánea y largos monólogos, será un vehículo original y novedoso para que la obra rompa el minimalismo y llegue directamente al espectador.

Juana de Arco es una propuesta distinta de una historia de siempre, que adentra al público en una atmósfera mágica y de ensoñación. Una oportunidad única de sumergirse en un relato de sobra conocida, pero con unos resortes distintos. La fórmula estética es muy sugerente, aunque quizás por momentos se ensimisme en sí misma, recreándose y relamiéndose en algunas escenas que se alargan en demasía.


El elenco está formado únicamente por mujeres, actrices y bailarinas, interpretando diferentes roles tanto a nivel abstracto como conceptual. En un aquelarre místico, Joana Vilapuig, Ana Polvorosa, Georgina Amorós, Katalin Arana, Macarena García, Lucía Juárez y Bea de Paz se quitan sus máscaras y se descubren como entidades al servicio de esta magia que vertebra la versión de Marta Pazos.

Su gran impacto visual hace que se creen imágenes muy poderosas con gran carga simbólica, donde brilla el diseño de vestuario de Leandro Cano con unas piezas hermosas, contemporáneas y rupturistas en comparación con cualquier otra adaptación que se haya podido ver.

La tesis de Juana de Arco está clara: exponer al espectador a una serie de cuadros que golpean con extrañeza y que tratan a la mujer como un tótem cargado de fuego y amor.

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