14.4 de Juan Diego Botto, dirigida por Sergio Peris-Mencheta



No estaba preparado para ver esta obra. Creo que nadie es tan osado como para afirmar lo contrario. Podríamos decir que el trabajo de autoficción o documental en formato monólogo que sucede en las Naves del Español es un dardo al espectador. Un golpe de realidad que te expande la mirada a través de la sinceridad de un intérprete y un ser humano que se abre en escena como nunca había visto en un escenario. Y a pesar de la crudeza del viaje te sientes en un lugar seguro, como si el protagonista te arropara en todo momento con una vitalidad que rompe fronteras.


"14.4" es una obra de Juan Diego Botto, dirigida por Sergio Peris-Mencheta, que nos ofrece un espectáculo lleno de verdad y crítica social (no podría ser de otra manera estando Botto detrás). La historia se centra en Ahmed Younoussi, el propio actor, en un soliloquio de dos horas que no se siente como si fuera artes escénicas, sino como un diálogo sincero entre el público y la persona que tienen delante. La biografía se funde con la reivindicación en un viaje entre dos continentes, una huida a una tierra cargada de promesas, donde los sueños sí se cumplen.



Puede parecer que la vida de un migrante es algo que es mejor ignorar, sobre todo para el público más empático, que sentirá a flor de piel cada minuto del espectáculo. Habrá quien no quiera acceder a un teatro para ver una historia así, como quien cambia de canal cuando aparece una noticia incómoda. Pero si aceptas el viaje y decides ser valiente, saldrás siendo mejor. Habrás aprendido algo y el corazón te latirá a un ritmo diferente.


Ahmed nos relata su infancia. Es sorprendente cómo un niño puede haber sufrido tanto y a pesar de ello, agarrarse con tanta energía a la vida. Lo magnífico de su interpretación no es que sea verdad, sino que la verdad es lo que le guía y no puede ser más natural. En ningún momento sientes que se está representando nada, el escenario no importa; es una conversación con una persona que ha sobrevivido a ese estrecho en el que muchas personas se dejan a diario la vida. 

Sí, estamos ante una historia de superación; es duro, pero es algo de lo que tenemos que concienciarnos. Ahmed desarrolla un trabajo formidable porque él es el fondo y la forma de "14.4". Interpreta varios roles, pasa por un montón de estados de ánimo y mantiene absorto al espectador. Es difícil no emocionarse en pasajes como la muerte de su amigo Ashraf o cuando intentan robarle sus zapatillas nuevas.


El espacio escénico de Alessio Meloni no defrauda (one more time). Es abstracto y concreto, pareciendo una matrioska de la que salen diferentes elementos de atrezzo, se forman diferentes espacios, creando bellas proyecciones, efectos de sonido y una paleta muy interesante de recursos que apoyan el monólogo y lo hacen muy ágil.


En definitiva, Barco Pirata vuelve a hacerlo, esta vez con una obra que es todo corazón, muy alejada de propuestas más intelectuales o artísticas como "Cielos". 14.4 es una historia que te abraza y no te suelta hasta que se baja el telón. Puede que su excesiva logística en escena sea demasiado trabajo para el intérprete, ya que, por encima de todo, esos detalles son meros complementos y con Ahmed mirándote a los ojos no necesitas mucho más. Sin embargo, esto no ensucia el desarrollo del conjunto, siendo un espectáculo sólido y necesario que traspasa el escenario y se te queda grabado a fuego.

Ayer presencié uno de los aplausos más largos y veraces que he visto nunca en un teatro.




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