Tras su buen hacer en el film de 2020 sobre temática licántropa Teddy, los gemelos Ludovic y Zoran Boukherma, se pasan al subgénero de escualos con una cinta que tras su paso (escueto) por el festival de Sitges, terminó pasando por salas (escuetamente) en nuestro país.
La desaparición de un surfista pone en alerta máxima a la Costa Atlántica: ¡un tiburón merodea en aguas francesas! Maja, una guardacostas a punto de jubilarse anticipadamente, aprovecha la ocasión para emprender su última misión y salvar la bahía.
Como fanático extremo de Jaws, no puedo dejar pasar el espectacular alarde de copia que esta película lleva a cabo para con la obra magna de Steven Spielberg. Desde las situaciones que se plantean hasta la autopista narrativa de la película son un total homenaje/plagio de Tiburón, hasta tal punto que te llegas a plantear que realmente quisieron realizar un sketch alargado del clásico.
Donde varía es en el tono, evidentemente, pero pese a esa comedieta francesa con aires de superioridad y a esos diálogos cómicos hinchados y presuntuosos, la película no termina de salir de su propia trampa, que es que por mucho que intente poner todo el peso de la historia en sus personajes y en la supuesta denuncia capitalista social, obvia demasiado al jaquetón y sus ataques, con lo que queda demasiado comedido todo y demasiado a merced de una teatralidad impropia del género.
Todo lo que funcionaba en Teddy pasa desapercibido aquí. Potencia demasiado el costumbrismo costero por lo que la sátira social se diluye, y viceversa, y así, pese a su naturaleza de guiño termina quedándose coja y ni siquiera un final con más acción arregla el asunto.
En resumidas cuentas, pasará sin pena ni gloria por tu retina una película que adolece demasiado admirar tanto a su principal inspirador y que no termina de dar con el baremo correcto entre comedia y terror.
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