Fe de etarras (2017) de Borja Cobeaga



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La mejor comedia de Borja Cobeaga. Así de simple, aunque habría que matizar que no es 100% fiel al género. El humor de Fe de Etarras es la mejor arma para contar una historia con un trasfondo tan oscuro y reciente para los españoles.  El terrorismo significa en esencia infundir miedo y satirizarlo de esta manera me parece de valientes.  Algo que ya demostró en cineasta junto a su equipo durante años en muchos sketches de Vaya Semanita, aquel programa que sobrepasó las fronteras de la EITB y se convirtió en un fenómeno televisivo por aquellos años. Así que, juntos de nuevo, los artifices de esta película estan en un terrero resvaladizo pero con el que han lidiado desde muy cerca y saben como desenvolverse. Por lo que cuando oficializó el proyecto no dudé en que nos encontraríamos con una obra de este talante. Divertida, triste por momentos y que te hace reflexionar.

 
Es cierto que la publicidad de Netflix en el Festival de San Sebastián puede que no lo viniera demasiado bien debido a una agresividad de la que la película carece. Siendo más bien una comedia blanca a pesar de lo que podría parecer en Donosti y que según tengo entendido ha llenado de prejuicios a muchos espectadores, alejándose de la cinta por motivos extracinematográficos, lo cual es una pena (aunque esto no le resta puntos al film).

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El guión se centra en un comando de ETA bastante heterodoxo, el cual se encuentra en un piso franco esperando la llamada de los altos mandos para cometer un acto terrorista coincidiendo con el mundial de Sudáfrica. El tiempo va pasando inexorablemente y poco a poco empiezan a aflorar las dudas. ¿Por qué no nos llaman? Se preguntan los personajes interpretados por Javier Cámara, Julián López, Miren Ibarguren y Gorka Otxoa. La claustrofóbia va en aumento, llevándoles al límite de sus fuerzas. La creencia en sus valores es lo único que los mantendrá con ánimo para seguir pero, ¿hasta qué punto? De esta forma iremos viendo la evolución de cada uno de ellos a través de su ¿vocación terrorista?


La cinta utiliza como contexto el mundial que conquistó la selección de fútbol de una forma más interesante quizás que cierta película de Daniel Sánchez-Arévalo. Siendo un juego de contrastes muy bien llevado, mostrándonos que el marco es fundamental para transmitir lo que ocurre dentro de la cabeza de los personajes. Ese fervor nacional al conseguir la ansiada Copa, ese júbilo contra el que luchan nuestros protagonismo y que muestran aún más lo oscuro que se está volviendo su presente.


Es verdad que comparte con 7 años la primera apuesta cinematográfica de Netflix España— la economía de espacios y la claustrofóbia como escenario donde se mueven sus singulares personajes. Afrontando así un menor coste de producción y no por ello la historia dejar de ser interesante. Además, es muy difícil hacerlo fácil a nivel de realización y  aquí el director de Pagafantas hace un buen trabajo de narrativa invisible. Solo centrándose en el relato y sin hacerse notar, sintiendo mucho respeto por el libreto de Diego San José. De tal forma, que la película crece desde su honestidad. Un valor muy importante en los tiempos que corren. Y que nos da esperanza para el cine que viene. Son épocas para tener fe.

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