Ahora que llega la festividad más aterradora del año, es el momento perfecto para caer en brazos del buen cine de género: historias que te mantienen atrapado de principio a fin y que te provocan escalofríos y risas nerviosas en un contexto terrorífico, mientras te alimentas a base de bebidas azucaradas y golosinas.
La expresión imperativa “Truco o trato” sirve como punto de partida para la antología Historias de Halloween, un compendio de relatos cortos que orbitan en torno a entidades del más allá, brujas, zombis, asesinos y toda clase de criaturas mágicas. Un surtido fresco y divertido que entretendrá incluso al espectador más escéptico y hará salivar al fan más acérrimo del cine de terror de videoclub de los noventa, con Creepshow como pilar fundamental.
Es encomiable que, dentro de la heterodoxia de las diferentes historias, todo encaje tan bien y mantenga una coherencia tan sólida como película. Es cierto que cada espectador puede tener su episodio predilecto, pero como conjunto el film posee una identidad única, con una excelente fotografía, una banda sonora maravillosa —que por sí sola nos transporta a un tipo de cinematografía muy concreta— y un reparto muy acertado tanto en apariciones breves como en papeles más prolongados. Entre el reparto coral destacan Aida Folch, María Barranco, David Pareja, Lucía de la Fuente y Elizabeth Anne Miller.
No obstante, el auténtico intérprete que brilla con luz propia y el verdadero protagonista de la función es Christian Thomas, quien actúa como nexo de unión entre la cinta y el espectador. Thomas interpreta a Luis, un niño con escasas habilidades sociales que prefiere quedarse en casa disfrutando de su particular mundo interior antes que salir a jugar. Sin embargo, gracias a la insistencia de su madre y al espíritu de la noche de Halloween, termina saliendo a la calle bajo el clásico eslogan: “Truco o trato”.
Tras un largo recorrido sin conseguir más que un trozo de queso ofrecido por una señora, acaba entrando en un anticuario regentado por Ander, interpretado por Javier Botet, quien actúa como maestro de ceremonias y narrador. Él será quien le ofrezca a Luis —y al espectador— un sinfín de historias, cada una más escalofriante y extravagante que la anterior. Un delirio de fantasía nerd, plagado de referencias, entretenido, sangriento y, sobre todo, divertido. Una suerte de pesadillas reunidas que atrapan en cada escena y que, al desarrollarse dentro de los márgenes de España, le aportan una identidad muy particular e interesante.
Se nota que el director, Kiko Prada, se mueve como pez en el agua dentro de un subgénero que domina a la perfección, ofreciéndonos pequeñas píldoras que dejan con ganas de más. Historias que invitan a seguir explorando los misterios de este universo de de delirio en el que todo puede suceder.


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