La grandilocuencia es una constante en el cine de Nolan y personalmente, pensaba que no podía ir a más, pero me equivocaba. El director inglés nos presenta una bomba de relojería que consta de un tercer acto que se dilata toda la película. En resumen, una experiencia cinematográfica de primer orden. No necesita contexto, ni presentación de personajes ni nada. Simplemente utiliza los mecanismos para los que se inventó el séptimo arte en su sentido más primigenio. Casi como de un discípulo de David Wark Griffith se tratara. Su tesis es el poder de la imagen, la fuerza del plano y todo lo que ello lo compone. Casi exento de diálogo pero con un gran trabajo de edición de sonido y de composición musical. Todo esto es Dunkerque, ni más ni menos.
Solo un autor de este calado puede conseguir el éxito de crítica y público en una cinta de un género como el bélico. Aunque también es cierto, que se puede considerar más un film de aventuras propiamente, porque más allá del vestuario o los decorados se podría ubicar en cualquiera de sus películas anteriores. ¡Punto a su favor! El hecho de convertir la historia de la retirada de las tropas del conclave francés en un espectacular blockbuster palomitero es ya un méritorio. Una derrota que podría parece algo carente de interés cinematográfico pero que el director de Memento la dota de una épica colosal y un discurso final muy potente. Por eso, no me sorprende que sea número uno en taquilla.
Aunque alabe la pureza de la historia, esto
no quiere decir que su estructura y su escala temporal sea poca cosa. Desde el
guión se nos plantean tres historias que transcurren en distintos momentos del
rescate y que gracias a un brioso montaje se concatenan escenas que harán al
espectador componer la historia completa. Un juego que recorre por tierra, mar
y aire a un grupo de valientes que luchan contra la guerra: unos para escapar
de ella y otros para salvar vidas. El heroísmo y la supervivencia son los temas
que se encuentran en cada uno de estas historias. Ninguna de ellas por encima
de las demás pero siguiendo un mismo patrón que las llevará a juntarse en el
portentoso climax final.
A pesar de que hay actores que realizan un gran trabajo, de la áspera
fotografía de Hoyt von Hoyteman o
la maravillosa ambientación, no es si no un ejercicio de dirección brutal que
nos muestra a un Nolan con todo su potencial. Un cineasta universal que nos
brinda una experiencia que supera los limites de la pantalla (sea IMAX o no).
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