Nave 73 es una de las salas de la escena off de Madrid que siempre surfea una programación que permuta entre lo experimental y lo comercial, reuniendo espectáculos que no tendrían cabida en otros ámbitos, con más intención que el mero hecho de entretener. Siempre en busca de la experiencia artística de cara al espectador que acude día tras día, no me sorprende la propuesta de "Azúcar picante", una comedia que va mucho más allá de hacer reír, porque es trágica, política, abstracta, paradójica y musical.
En este caso, el carbohidrato simple no tiene sabor dulce, sino acidez: ese punto fuerte que demuestra cómo la vida de los personajes no atraviesa su mejor momento. La dolce vita que nos prometieron con la vida adulta no cumple las expectativas de futuro de ninguno de los protagonistas de "Azúcar picante". Y con esa fiereza se enfrentan a los acontecimientos que los obligan a coexistir en el mismo espacio-tiempo, cada uno con sus propias circunstancias… mientras llega el bus.
Este espectáculo urbano, escrito y protagonizado por Fé Colucci, cuenta con un elenco coral formado por Javier Arribas, Miriam Escabias y Jaime Moreno, quienes interpretan a personajes con distintos conflictos y personalidades que contrastan fuertemente entre sí, casi como si fueran un surtido de caracteres que esperan a Godot durante La tempestad de Shakespeare, a ritmo de música electrónica y chistes contemporáneos que invitan a la reflexión por la crítica tan ácida que plantean.
Por momentos burra, por momentos poética y, por otros, una bacanal de imágenes, la obra presenta a unos actores que luchan cada segundo por conseguir una vía de escape. En el transcurso de la historia veremos su evolución y cómo cambian sus relaciones, en un sólido trabajo de Carlos Bé en la dirección, que mantiene a todo el reparto en escena en todo momento y genera un contacto directo entre personajes y espectadores, a apenas unos metros de distancia. Todo ello va acompañado de una cuidada selección musical que, por momentos, transita entre escenas o sacude a todos los que estamos en la sala al unísono.
Es una oportunidad perfecta para ver un espectáculo especial, humanista y absurdo, que muestra cómo distintos tipos de personas se encuentran en un limbo mucho más cercano a nuestra realidad del siglo XXI de lo que puede parecer en un primer momento, mientras nos hace reír y reflexionar sobre nuestra propia deriva.

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¡Muchas gracias!
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