28 años depués (2025) de Danny Boyle

 La épica de los infectados


Tengo que hacer una confesión espinosa. Nunca fui muy fan de Danny Boyle, quitando justamente el inicio de la franquicia que hoy revisamos y, sobre todo, La Playa, su filmografía no me atrae en exceso. El caso es que hace 23 años, cuando el género zombi aún no había experimentado su enésima resurrección, en este caso la de comienzos del nuevo siglo, que casi nos dura hasta nuestros días, Boyle sorprendía a propios y a extraños con una película en la que los infectados corrían a gran velocidad y se comportaban de manera diferente a muchos de los ya vistos en la mayoría del cine de muertos vivientes hasta ese entonces. Muchos fueron los que pusieron el grito en el cielo, pese a que el cine de terror si había visto ya, sobre todo en algunos filmes italianos de los años ochenta, a estos zombis víricos de origen científico. Su violencia extrema, rapidez y comportamiento más perturbado aun si cabe dentro de la naturaleza del monstruo, situándole cercano al virus de la rabia en los canes, volvía interesante a la propuesta que Boyle y Alex Garland, tras el libreto, nos proponían. Yo nunca entré en esa guerra de si eran zombis, si eran infectados o si dejaban de ser muertos vivientes chamánicos, simplemente me sacaba de la historia el desarrollo, sobre todo a nivel técnico y en algunos momentos a nivel atmósfera cambiante que nos presentaba su director. Años después llegó la, magistral para servidor, 28 semanas después, un soplo de aire fresco del canario Juan Carlos Fresnadillo, que hacía el universo creado más interesante. Ahora, 23 y 18 años después respectivamente, el verano cinematográfico se abre oficialmente con una tercera entrega que, si bien parece tardía, sirve tanto a Boyle como a Garland, para volver a uno de los territorios donde mejor se mueven.

Años transcurridos tras los sucesos de 28 semanas después, el virus de la ira ha regresado y un grupo de supervivientes debe sobrevivir en un mundo asolado por hordas de infectados.

Con esta simple trama se nos devuelve al lore creado en la primera película, y se nos insinúa una Europa aún en shock casi tres décadas después de la aparición del virus, imponiendo una brutal cuarentena a las islas de Gran Bretaña (ni media noticia nos llega aún del final de la secuela donde varios infectados llegaban a todo correr a las inmediaciones de la Torre Eiffel en la capital francesa). Bajo esta premisa Boyle aprovecha y nos presenta una historia de carácter atemporal, donde una pequeña población insular ha sobrevivido de forma casi medieval con el paso de los años, lo que le permite darle un carácter pseudo-épico que ya le acompaña el resto de la película. A ello se le une ese halo experimental del que tanto le gusta hacer gala a Boyle, que se acentúa en esos efectos poco catedráticos para el cine comercial o movimientos de cámara extremos más dignos del independiente noventero, justo de donde viene su realizador. Todo esto es facilitado por el arsenal de iPhones de última generación con los que se han filmado un alto número de secuencias de la cinta. Como sea, todo forma parte de su marca.

También forma parte de esta marca los aspectos más negativos, a mi entender, de la película, véase subtramas que se pierden con el paso de los minutos o idas y venidas de personajes que terminan mareando. Pero con todo y con el avance del metraje, 28 años después cada vez va convirtiéndose en más épica y sobre todo desmarcándose de ser una película de zombis al uso, más incluso que sus antecesoras.

                               

Dentro de la narración me gustaría destacar un par de puntos que considero interesantes de mención, secuencias puntuales que buscan darle un punto de aire fresco a la película sin llegar a sacarte del todo, uno sería el de las incursiones humorísticas y otro las lacrimógenas. Drama considerable (con un divertidísimo Ralph Fiennes) y comedia casi de open mic que amenizan la velada entre violentas, iba a decir hordas, pero para nada, más bien violentos grupos organizados de infectados que nos deleitan también con alguna que otra secuencia gore. Obligatorio. Todo esto hasta llegar al final… Ese final… Loquísimo y abierto desenlace que no dejará indiferente a nadie y que nos deja a las puertas de una secuela, o cuarta entrega, que te haya gustado más o menos, esperarás con ansias.

En resumidas cuentas, dentro del campo comercial, es más bien subversiva, y te puede gustar más o menos, pero el fan del género y sobre todo de los zombis, agradecerá la resurrección de esta saga que promete no quedarse aquí. 

Pd: Después de todo el revuelo que causó aquel infectado en el que muchos vieron a Cillian Murphy, hay que decir que ni rastro, ya no solo de él, sino de otros personajes o referencias a los anteriores filmes, algo que el fan siempre agradece y que, no sabemos será una carta bajo la manga de los productores para la continuación.      




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