Camaradas plantea un juego de espejos metaficcional en una comedia sobre personas, actores y personajes. Un producto que parece complejo pero que se desarrolla en escena con bastante naturalidad. Tres personajes, un camerino y un público asistente con consciencia de la paródica ficción que se está desarrollando frente a ellos.
La obra, escrita por Clara Garrido, quien también se reserva el papel protagonista, nos adentra en la factoría de las series de televisión. Centrándose el rodaje del final de temporada de "Pensamintos 47", una serie de éxito en su último día de grabación. Una excusa perfecta para que reine el caos, los sentimientos estén a flor de piel y empiece a surgir la comedia.
Mientras en el plató se están rodando dichas escenas, Alma y Leo, actores principales de la serie, están haciendo unas lecturas, unos ensayos previos (y mucho más) en esos escasos minutos libres hasta que les toque ponerse delante de las cámaras. Poco a poco iremos conociéndoles, sabiendo su manera de pensar y sentir en una obra que nos acerca mucho a sus personajes. Apostándolo todo a ellos.
El espectáculo dirigido por Felipe G. Archanco, se compone de varios capítulos, como si de una ficción en directo se tratara, mientras que el propio público se encuentra entre bastidores. Es una historia con vocación "meta" y una reflexión sobre la profesión de contar historias en un juego en espiral. Sin embargo, todo esto no quita el apetito de entretenimiento ni diversión, siendo Camaradas una obra con pura vocación lúdica, centrándose principalmente en que pases un buen rato y que su hora de duración se te pase en un suspiro.
Clara Garrido y Fernando Coronado realizan un buen trabajo como dúo protagonista. Jugando siempre dentro de las claves del humor, desarrollan unos personajes que van más allá de su propia fachada. La máscara que tiene todo actor, lo que significa tener notoriedad en redes, el éxito profesional, la edad y el paso del tiempo son algunos de los temas que aborda la obra, que, aunque parezca ligera, no lo es en absoluto.
Quizás, el tercer vértice interpretativo es quien más se gana al público. Hablo de María José Sarrate, quien interpreta a la sobrepasada auxiliar de producción que tiene que hacer millones de tareas, estar pendiente de todos e intentar cumplir la orden de rodaje sin mandar a la mierda a nadie. Sus interrupciones a los protagonistas y cómo la dirección ha marcado sus entradas y salidas alivian mucho el ritmo del espectáculo. Sin duda, todo un acierto.
Si queréis disfrutar de esta comedia, podréis verla los domingos del 9 de junio al 28 de julio a las 18:15 h en la sala Lola Membrives del Teatro Lara. Yo no me la perdería.
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