Amigos Imaginarios (2024) de John Krasinski

 El adorable mundo de Krasinski

Tras iniciar una de las franquicias de terror más a seguir en los últimos años, Un lugar tranquilo, que estrena en breve tercera parte tras las dos primeras películas de John Krasinski, el recién mentado se pasa al sentimentalismo infantil con una película que intenta que rebusques en tu niño interior, muy en la honda Pixar, nutriéndose del esquema ya instaurado hace bastantes años con títulos como Toy Story o Monstruos, S.A. pero mezclando el live action con criaturas animadas.


Una niña pasa por una experiencia difícil y entonces empieza a ver a los amigos imaginarios de todo el mundo que se han ido quedando atrás a medida que sus amigos de la vida real han ido creciendo

La gran baza con la que juega Krasinski, es que, disponiendo de los elementos necesarios para facturar un producto empalagoso, no termina siendo tal cosa, debido a su buena mano con la puesta en escena y con un aire creepy que ronda toda la película. No me malinterpretéis, la película es blanca. Blanquísima. Intenta llegar a peques y mayores por igual sin salirse del tiesto de la corrección política mainstream, era de esperar, pero lo lleva a cabo de manera divertida. Es cierto que en determinadas ocasiones no sabemos qué demonios está ocurriendo en la película, e incluso también alguna que otra vez no sabemos cómo sentirnos con respecto a lo que se va desarrollando, ya que no es un sentimentalismo lacrimógeno al cien por cien, sino que parece querer juguetear más con el “quiero ablandarte pero que te diviertas” sin partirte el corazón en trescientos mil trozos. Vamos, que no es Disney.

Gran parte del entretenimiento, como todos esperábamos, reside en las criaturas. Todas ellas simpáticas, tanto en diseño (siendo muchas de ellas claramente inspiradas por otras con mayor presencia en el inconsciente colectivo del siglo XXI) como en el comportamiento de las mismas. No ofrecen un sentido del humor agudo, pero tampoco son meros monigotes creados al servicio de los personajes reales, más bien es al contrario y, es ahí, donde Krasinski da en el clavo.

No hacía falta tampoco llegar a ver la película para saber lo que nos iba a contar en su moralina; la importancia de la infancia y el despertar de la imaginación, y aunque esto lo hace de manera un tanto repetitiva con respecto a otros títulos de su índole, no resulta especialmente acaramelado. Lo justo y necesario.

Con todo, es una cinta de azucarado contenido que te hará mirar atrás, hacia una niñez inocente de la que gran parte de la sociedad se ha olvidado ya, y ese paralelismo está muy bien ofrecido en la cinta con respecto a los personajes fantásticos que aparecen en ella y que son los que realmente la enriquecen.


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