Es muy probable, que a estas alturas de la cuarentena (eso eran cuarenta días ¿no?) más lo que queda, estéis empezando a estar hasta
vuestras respectivas partes íntimas. No os culpo, yo me meto en ese saco, sino,
no entiendo que hago retornando a escribir en este medio. Bromas aparte, nada
me ha impedido poder revisar una serie de títulos, que tanto hace años como de
forma más reciente, han causado impacto en mí, por lo que, para amenizaros un
poco nuestro amado encierro, no puedo si no recomendaros los siguientes.
Conocida en nuestro país como Viscosidad, un
título que nunca entendí, con lo que mola El Increíble Hombre que se Derrite.
Un astronauta vuelve del espacio con unas radiaciones
sufridas provocadas por los anillos de Saturno. Una vez en el hospital necesitará
irremediablemente carne humana por lo que comenzará una caza humana.
Pudo verse en la edición del 77 del festival de Sitges y más
que como una cinta de terror setentera al uso, sirve como catálogo-muestrario
de los estupendos maquillajes repulsivos del gran Rick Baker. Esto es lo que
más destaca, lo asqueroso de sus efectos, que es lo que la hacen más divertida
pese a lo precario del resto de aspectos técnicos.
Bebe de cintas más clásicas como El Experimento del
Doctor Quatermass (1955) de Val Guest o The Blob (1958) de
Irvin Yeaworth y Russell S. Doughten, pero a su vez consiguió ser una
precursora de ese terror goteante que vimos en los ochenta como el mismo remake
de The Blob (1988) de Chuck Russell, que tenía más parentesco con
la cinta que nos ocupa que con su homónima original, o por ejemplo The
Stuff, próximo título que repasaremos.
The Stuff. 1985. Larry Cohen.
Larry Cohen señoras y señores, el responsable de la
franquicia Estoy Vivo. También conocida como In-natural
estamos ante un pequeño clásico de los ochenta, de esos que te hacen pensar
porque mis progenitores no se conocieron antes.
Dos mineros descubren una extraña sustancia que emana de la
tierra. La prueban y como tiene buen sabor deciden comercializarla. Su fama se
extiende, y la toma mucha gente, pero esta sustancia afecta al cerebro
convirtiendo en zombies a sus consumidores.
No es otra cosa que una crítica al consumo feroz sobre la
comida basura y sus consecuencias, salvo que en lugar de hacerlo mediante un aburrido
drama social de interminables y pedantes planos, lo hace con una divertida y
desenfrenada producción con zombis yogurizados. Imperdible.
Aquí también había homenajes a las syfys de los 50’s, como,
por ejemplo, Invaders From Mars (1953) de William Cameron
Menzies, cinta que tendría otro remake dirigido por el tristemente desaparecido
Tobe Hooper.
Rabid. 2019. Soska Sisters
Saltamos considerablemente en el tiempo hacia más remakes.
En esta ocasión del clásico de Cronenberg Rabia.
Rose queda desfigurada en un accidente, pero los doctores la
someten a un tratamiento médico experimental que parece funcionar a la
perfección. Sin embargo, hay un efecto secundario inesperado: la joven
desarrolla un apetito insaciable por la sangre humana.
A mi juicio la mejor película de las Soska, dos cineastas que,
si se las permite desde producción desarrollar su cine sin tapujos, pueden
llegar incluso a este nivel, el de superar a la legendaria original. La “Nueva
Nueva Carne”, una actualización más sangrienta que se queda con lo mejor de la
película de Cronenberg y sustituye las taras de la época por el toque personal
de las directoras, ese horror clínico y visceral a partes iguales y una protagonista inmensa encarnada por Laura Vandervoort.
El mundo de la moda de fondo es el mejor complemento como
sub-trama para la película. Emocionante, tensa y dinámica.
Elizabeth Harvest. 2018. Sebastián Gutiérrez.
Esta además la podéis encontrar en Filmin.
Un hombre violento acostumbrado a matar a sus esposas se
enfrenta a una nueva esposa que no está dispuesta a sufrir el mismo destino que
sus predecesoras.
Terror clínico y conspiranoico que reinventa el mito de
Barba Azul de una forma mucho mas estilizada. Hay, todo el tiempo en pantalla,
una batalla de interpretación entre los protagonistas, la ex ángel de Victoria’s
Secret Abbey Lee y Ciarán Hinds, en lo que es una película de poco reparto,
pero rica en dobles lecturas que dejare a la libre interpretación del lector.
Perfecta para cazadores de atmósferas elegantes y clásicas.
House on Haunted Hill. 1999. William Malone.
Por último, y para no sobrecargar a las masas, terminaré
este artículo con otrora remake del clásico de William Castle de 1959 y con el
enorme Vincent Price como protagonista.
Un excéntrico millonario, especialista en atracciones de
terror, organiza en un antiguo psiquiátrico una fiesta en honor de su mujer,
con la que no se lleva especialmente bien. El edificio, situado en una remota
colina, arrastra la leyenda de que está encantado debido a los horribles
sucesos que ocurrieron años atrás. Cuando llegan los invitados, los anfitriones
descubren la primera sorpresa: no son los esperados, sino un grupo de personas
totalmente diferente.
Infravalorada cinta con un impactante reparto que no pareció
ser muy valorado en su época, véase Geoffrey Rush interpretando a un homenaje
viviente de Vincent Price. Peter Gallagher, el eterno seductor. La que posteriormente
seria chica X-Men Famke Jansen. Ali Larter a la que veríamos no muchos años
después en sagas como Destino Final o Resident Evil
o el eterno Jeffrey “Re-Animator” Combs en un seductor rol.
Los primeros cuarenta minutos son de auténtico peliculón,
creando tensión y una atmósfera que sabe convivir entre terror puro y humor
macarra. Para terminar, tirando por el típico desenlace rebuscado de películas
de casas encantadas, pero, aun así, sin perder su esencia y sin renunciar a la
sangre. Algo que si hizo su inmediata competidora en la cartelera de aquel
entonces The Haunting.
Una joya.
Ignacio López Vacas
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