En la tercera colaboración entre Amazon y Woody Allen nos encontramos con Wonder Wheel. Pero, ¿qué quiere decir Wonder Wheel? Para quien no lo sepa, dicho nombre hace referencia a la noria más mítica de Nueva York, situada en Coney Island, un hermosa península con gran impacto turístico debido a sus atracciones de feria. Es en ese mundo donde giran los personajes de Jim Belushi, Juno Temple, Justin Timberlake y Kate Winslet. Una ubicación perfecta en la década de los 50 donde todo reluce de manera diferente a lo esperado. La atracción turística como medio de diversión se convierte en una cárcel para sus protagonistas. No es fácil la vida del feriante y bajo una imagen de falsa felicidad, la realidad imperante es que las personas que se dedican a ello se encuentran atrapadas en una espiral de frustración, con trabajos monótonos, mal pagados y que le consume la vida.
Es verdad que el arranque es zozobrante y que el uso del narrador no es la mejor forma de introducirnos en la historia, ya sea por su propia narrativa dentro del relato o porque el personaje de Timberlake no consigue fascinarnos más allá de la icónica figura del hombre de la época. Aunque esto dura poco, cuando la película se asienta y por fin, descubrimos cual es el sustrato, no podemos evitar sentirnos prendados del triángulo que conforman Ginny, su marido Humpty y Carolina, la hija de este. Las relaciones entre ella son perfectas, humanas, trágicas...
El personaje de Ginny es uno de los más ricos de la cinta y un papel a reivindicar dentro de la temporada cinematográfica. Así como Blue Jasmine le permitió lucirse a Cate Blanchett en este caso, Kate Winslet no desaprovecha su oportunidad. Abordando un papel muy duro con muchas aristas, soportando el peso de la película bajo sus hombros. A pesar de esto, el señor Belushi ha sido la principal sorpresa, hace mucho tiempo que perdió el favor de la taquilla y en este caso, lo que parecía ser un rol de poco peso, ha conseguido ganarse el respeto del público con un personaje en las antípodas de sus roles más recordados. ¡Muy bien Belushi!
Sin desmerecer las interpretaciones, la ambientación, el montaje u otros elementos destacados, en Wonder Wheel por lo que realmente destaca como película es por una maravillosa fotografía del veterano maestro italiano Vittorio Storaro. Es un trabajo muy potente que usa los claroscuros de manera envidiable y planteando una paleta de color que elevan los planos a la excelencia, hay veces que recurre a elementos de postal pero es su sentido más dramatico alza la cinta a una niveles plásticos bellísimos y que encima ayudan a la narrativa. Simplemente E-S-P-E-C-T-A-C-U-L-A-R.
En conclusión, una película más que interesante que muestra la faceta trágida del director de Annie Hall, que tanto le interesa en la actualidad. No llenará las salas pero harán las delicias de sus fans y de quienes disfrutan de un cine que ya no se hace.
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