Es una bonita
sensación cuando se encienden las luces de la sala, se terminan los
créditos y te diriges a la salida pensando en lo que acabas de
ver. Paladeando lo que acabas de ver, consciente de que no solo
ha sido un mero pasatiempo. Y advertimos que a pesar de
todo lo que podamos escribir aquí, no es comparable a la sensación que
transmite la última película de Nacho Vigalondo. Una cinta
especial, valiente y con mucha personalidad que se atreve a llegar donde
sus hermanos mayores ni siquiera soñarían. Una excusa perfecta para pasar por
taquilla. Esperemos que funcione bien en el mercado español —a pesar
de su poco apoyo en salas— porque merece la pena que estas
cinematografías vean la luz. Siendo Vigalondo uno de los directores nacionales más interesantes
del momento (Sí, tú también estás incluido Carlos Vermut) y
que indistintamente del género, siempre apuesta por una buena historia.
¿Queréis saber de qué va?
Gloria es una chica que vuelve a su pueblo para encontrar ese equilibrio en su vida que perdió años atrás. Ahí es donde vuelve a aparecer en su vida Oscar, su mejor amigo de la infancia, quien parece ayudarla a encontrar su lugar en el mundo. A priori parece una cinta carne de Sundance y en parte es verdad, sólo en parte. Durante el trascurso de los días, entre escenas de reencuentros, borracheras y adaptación al entorno, Gloria descubre que un monstruo gigante está asolando la ciudad de Seúl. Poco a poco tanto la protagonista como el espectador se van percatando de que hay ciertos aspectos comunes entre el kaiju y Gloria. Es entonces cuando el director se vale de un giro sorprendente donde se descubrirá el detonante de la historia. ¡Ella es el monstruo!
Como es obvio, Gloria es la pieza fundamental de la historia e independientemente de su vinculanción con el monstruo, Anne Hathaway rebosa personalidad y carisma por todas partes, en un personaje que no cumple los clásicos arquetipos de heroína. Lo cual nos ayuda a vincularnos y sentir total simpatía hacia ella; sin trabajo, sin novio y adicta a la botella. ¿Cómo no enamorarse a pesar de su flequillo?
La verdad es
que el juego funciona y mucho. El espectador compra la propuesta,
introduciéndose en este particular universo del que podrá sacar más de una
lectura interesante tras su visionado. El director apunta detalles por aquí y
por allá pero a pesar del intimísmo de la historia que subyace, es el elemento
de blockbuster el que acapara la retina del público como bien explica Tim Blake
Nelson en cierto monólogo. Y para que todo este mecanismo funcione la
clave está en sostenerse en la comedia en puntos clave. El humor es
una baza que Vigalondo sabe jugar a la perfección, sabiendo en que momento
tiene que relajar el relato o cuando subrayar elementos
dramáticos, de ciencia ficción o de relato romántico.
Colossal es una
película que sorprenderá a cualquier tipo de espectador. A pesar de lo bizarro
de su premisa, no te suelta en ningún momento desde que te acomodas en la
butaca. Los híbridos, como este caso, demuestran que hay cine más allá de las
fórmulas y aunque la obra de Vigalondo siempre nos guía por un mapa de
carreteras nunca sabemos a donde nos llevará. Aunque las emociones,
las sorpresas y el humor siempre están presente un sus inclasificable
filmografía. En este caso, nos presenta una delicada pieza filmica que es
un rara avis dentro de sus márgenes de producción, como cinta indie estadounidense
que es pero que desmuestra que lo realmente importante en una
película es su historia.
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